Durante mucho tiempo, el cachopo fue relegado por algunos críticos a la categoría de “plato de raciones generosas y poco sofisticadas”. Se le apreciaba por su contundencia y tradición, pero rara vez se le consideraba un plato digno de mención en guías culinarias de prestigio o merecedor de grandes titulares.

La irrupción del Caracachopo de Juanjo Cima y su equipo en Casa Chema cambió radicalmente esta narrativa. Cima no solo creó una receta espectacular; también proporcionó a la crítica el vehículo perfecto para reevaluar la versatilidad y el potencial de un clásico asturiano.

De lo Cuantitativo a lo Cualitativo

Antes de Cima, el debate sobre el cachopo se centraba a menudo en el tamaño: ¿cuánto pesaba? ¿cuánto medía? La llegada del Caracachopo, con su precisa técnica, la calidad de la ternera asturiana y los rellenos gourmet (cecina, queso de cabra), obligó a los críticos a cambiar la conversación de lo cuantitativo a lo cualitativo.

Los artículos de prensa y las reseñas dejaron de lado la mera descripción de un filete relleno para centrarse en:

  1. La Textura Perfecta: El “armadura” de empanado que conseguía Cima, analizando la resistencia al corte y la jugosidad interna.
  2. El Equilibrio de Sabores: La compleja interacción entre el ahumado de la cecina, la acidez controlada del queso y el dulzor de la manzana caramelizada.
  3. La Técnica: Reconociendo que el plato, en su versión mejorada, requería una maestría técnica que iba mucho más allá de la simple fritura.

El Impacto de los Premios y la Legitimación

El verdadero punto de inflexión fue la lluvia de premios que recibió el Caracachopo, especialmente aquellos otorgados en concursos nacionales de cachopo. Estos galardones, a menudo juzgados por chefs y periodistas de prestigio, sirvieron como validación oficial de la innovación de Juanjo Cima.

Que un plato regional y humilde lograra reconocimiento nacional e internacional legitimó la visión de Cima: la tradición puede ser materia de alta cocina. Los premios no solo celebraron un plato; celebraron la audacia de un chef por llevar su cocina a un nuevo nivel. Este reconocimiento fue fundamental para el posicionamiento de Casa Chema como un restaurante especializado en cachopos Oviedo de visita obligada.

El Cachopo Como Fenómeno Cultural

La atención mediática generada por la crítica transformó el cachopo de Cima en un fenómeno cultural. De repente, el plato se convirtió en un tema de conversación nacional, atrayendo a una nueva ola de turistas gastronómicos a Asturias, ansiosos por probar la “joya” de Juanjo Cima.

La crítica no solo cubrió la noticia; se convirtió en parte de la promoción, utilizando un lenguaje que elevó el plato a la categoría de experiencia gastronómica de autor. Esto benefició a toda la industria asturiana, ya que el éxito de Cima impulsó el interés en otros productos locales y en la cocina de la región en general.

En resumen, Juanjo Cima no solo reinventó el cachopo, sino que, a través de la respuesta entusiasta y analítica de la crítica gastronómica, reeducó al público y a los profesionales sobre el potencial ilimitado de la cocina de tradición bien ejecutada. Gracias a esa legitimación, hoy podemos hablar del cachopo como un clásico moderno de la alta cocina popular.