La intervención de Miguel Arrufat en el I Congreso Futuro Iberoamericano resalta la necesidad de una fuerte inversión y colaboración público-privada para que la educación afronte con éxito la revolución de la inteligencia artificial
El futuro de la universidad pasa, ineludiblemente, por la inteligencia artificial (IA). Esta transición requiere de una visión que contemple no solo el aspecto académico, sino también el económico. Este ha sido el eje del discurso de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), en este evento, un mensaje que ha resonado con especial interés en el sector financiero y de inversión.
El congreso, celebrado en Madrid los días 30 y 31 de octubre en Casa América, fue organizado por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y la Fundación Encuentros del Futuro. Contó con la participación de Su Majestad el Rey Felipe VI.
Este evento de primer nivel ha reunido a destacadas personalidades del ámbito científico, político y empresarial, incluyendo a Nadia Calviño (presidenta del Banco Europeo de Inversiones), Josep Borrell (ex alto representante de la UE para Asuntos Exteriores) y José Manuel Albares (ministro de Asuntos Exteriores de España), entre otros.
Una reconversión industrial del sector educativo
En cinco años la IA va a cambiar totalmente la universidad. Esta transformación, lejos de ser una simple actualización tecnológica, supone una reconversión del sector de la educación superior. Para UNIR, las universidades que no establezcan una estrategia para integrarla corren el riesgo de quedarse atrás, no solo en el plano educativo, sino también en el competitivo.
Esta afirmación tiene profundas implicaciones económicas. El sector de la educación superior representa una parte importante del PIB en muchos países, genera empleo de alta cualificación y es un motor fundamental de innovación y desarrollo.
Una transformación de esta magnitud no solo afectará a las universidades como instituciones, sino también a todo el ecosistema económico que las rodea: desde las empresas de tecnología educativa hasta los servicios de consultoría, pasando por los proveedores de infraestructura y los profesionales especializados.
Las universidades que lideren esta transformación prosperarán, captando una mayor cuota de mercado en un sector cada vez más globalizado. Las que se queden atrás, por el contrario, verán erosionada su posición competitiva, con las consiguientes implicaciones para su sostenibilidad financiera y su relevancia social.
La inversión como factor crítico de éxito
El nudo gordiano de esta revolución reside en la financiación. La implementación de la IA a gran escala exige grandes inversiones económicas y la captación de personal especializado, un talento que escasea y, por tanto, se cotiza al alza.
En este escenario, la colaboración público-privada se erige como la única vía viable para que el sistema universitario, especialmente el español e iberoamericano, pueda competir en la “nueva liga”.
Las cifras son elocuentes. El desarrollo de una plataforma de IA robusta para una universidad puede requerir inversiones de varios millones de euros. La creación de lagos de contenidos curados, el desarrollo de asistentes virtuales, la implementación de laboratorios y simuladores, la formación del personal docente y administrativo… todo ello supone costes que no todas las instituciones pueden afrontar por sí solas.
Además, la inversión no es solo en tecnología, sino también en talento humano. Los perfiles profesionales necesarios para implementar y gestionar sistemas de IA en el ámbito educativo son escasos y muy demandados. Científicos de datos, ingenieros de machine learning, diseñadores de experiencia de usuario, especialistas en analítica del aprendizaje… todos estos perfiles se cotizan al alza en el mercado laboral, lo que encarece los costes de personal.
Oportunidades para el capital privado
El discurso de Miguel Arrufat Pujol abre un abanico de oportunidades para el capital privado.
La inversión en EdTech (tecnología educativa) ya es una tendencia al alza, pero la inteligencia artificial la llevará a un nuevo nivel. Se trata de invertir no solo en plataformas, sino en la creación de una nueva cultura de trabajo en la universidad, que optimice la gestión, personalice el aprendizaje y mejore la propuesta de valor.
Desarrollo de plataformas y soluciones de IA
Las oportunidades de inversión son múltiples y diversas.
En primer lugar, el desarrollo de plataformas tecnológicas y soluciones de IA aplicadas a la educación. Desde asistentes virtuales hasta sistemas de evaluación adaptativa, el abanico de posibilidades es amplio y el mercado potencial, enorme.
Servicios de consultoría y gestión del cambio
En segundo lugar, la prestación de servicios de consultoría y gestión del cambio. La implementación de la IA en una universidad no es solo una cuestión técnica, sino también organizacional y cultural.
Las instituciones necesitarán apoyo para diseñar sus estrategias de transformación digital, para formar a su personal, para rediseñar sus procesos y para gestionar el cambio organizacional. Este es un mercado en el que las consultoras especializadas pueden encontrar muchas y buenas oportunidades.
Nuevos modelos de negocio académico-tecnológicos
En tercer lugar, la creación de nuevos modelos de negocio que combinen lo mejor de la tradición académica con la innovación tecnológica. Esto puede incluir desde universidades corporativas hasta plataformas de educación continua que comercialicen las innovaciones desarrolladas en el ámbito universitario.
Rentabilidad económica y social
La rentabilidad de esta inversión se proyecta en múltiples frentes.
- Por un lado, la eficiencia en la gestión universitaria, automatizando procesos y permitiendo que el personal se centre en tareas de mayor valor añadido.
- Por otro, la mejora de la calidad educativa, lo que se traduce en una mayor captación y retención de estudiantes.
- Finalmente, la formación de profesionales adaptados a las nuevas demandas del mercado laboral, un factor clave para el desarrollo económico y social.
La eficiencia operativa es uno de los beneficios más inmediatos de la implementación de la IA. Procesos como la gestión de matrículas, la programación de horarios, la asignación de recursos, la evaluación de trabajos o la atención a consultas pueden ser automatizados o asistidos por IA. Ayuda a liberar tiempo del personal para tareas de mayor valor añadido.
La mejora de la calidad educativa es otro beneficio fundamental. Aquellas que ofrezcan una experiencia educativa personalizada, tecnológicamente avanzada y alineada con las demandas del mercado laboral será más atractiva para los estudiantes. el resultado: mayor captación y retención, y por tanto, mayores ingresos.
La empleabilidad de los egresados es quizás el beneficio más importante desde una perspectiva social y económica. La sociedad demandará que cualquier profesional sepa trabajar bien con la IA. Una universidad que forme profesionales competentes en el uso de la IA y con las habilidades demandadas por el mercado laboral contribuye al desarrollo económico y social.
Marcos de colaboración público-privada
El Estado debe abrir espacio a la colaboración público-privada, creando marcos regulatorios y de incentivos que la faciliten. Esto no significa privatizar la educación, sino reconocer que la complejidad y la magnitud de la transformación que se avecina requieren de la participación de todos los actores sociales.
Los modelos de colaboración pueden ser diversos. Desde joint ventures para el desarrollo de plataformas tecnológicas compartidas, hasta esquemas de financiación mixta para proyectos de investigación aplicada, por ejemplo.
En todos estos casos, la clave está en establecer marcos de colaboración que alineen los incentivos de todos los actores y garanticen la rentabilidad de la inversión y la calidad y accesibilidad de la educación.
- Un ejemplo de colaboración exitosa es el modelo de las universidades corporativas. En estas, las empresas y universidades colaboran en el diseño y la impartición de programas formativos específicos.
- Otro ejemplo son los centros de excelencia mixtos, en los que se combinan recursos públicos y privados para desarrollar investigación de vanguardia en áreas estratégicas.
- Un tercer ejemplo son las plataformas de educación continua, que permiten a los profesionales actualizar sus competencias a lo largo de toda su vida laboral.
El talento especializado como activo estratégico
Otro aspecto a destacar es la necesidad de captar y retener talento especializado. La implementación de sistemas de IA requiere de perfiles profesionales que combinan conocimientos técnicos avanzados con comprensión del ámbito educativo, un perfil que actualmente escasea en el mercado. Esta escasez de talento se traduce en un encarecimiento de los costes y en una competencia intensa entre las instituciones por captar a los mejores profesionales.
Aquí, nuevamente, la colaboración público-privada puede jugar un papel fundamental. Las empresas tecnológicas (gracias a su experiencia en la gestión del talento y su capacidad para ofrecer condiciones competitivas) pueden colaborar con las universidades en la captación, formación y retención de estos perfiles especializados.
Modelos de colaboración como la cesión temporal de personal, los programas de formación conjunta o la creación de centros de excelencia mixtos pueden ser vías efectivas para afrontar este desafío.
Además, la formación de este talento especializado representa en sí misma una oportunidad de negocio. Programas de máster y doctorado en IA aplicada a la educación, cursos de especialización para profesionales del sector educativo, certificaciones en tecnologías específicas… todo ello constituye un mercado en crecimiento que puede ser atendido tanto por universidades como por empresas.
La colaboración entre universidades: economías de escala
En este congreso también se subrayó la importancia de la colaboración entre universidades. Hoy, prácticamente todas las instituciones están replicando los mismos pilotos, multiplicando por veinte o por cincuenta la inversión necesaria. Esta fragmentación del esfuerzo es ineficiente y costosa.
Una estrategia de colaboración permitiría compartir inversiones, aunar recursos y alcanzar economías de escala que hagan más viable y sostenible la transformación digital.
Desde una perspectiva empresarial, esta colaboración abre también oportunidades interesantes. Las plataformas tecnológicas compartidas, los proyectos de investigación conjunta o las redes de intercambio de conocimiento pueden generar sinergias y un mercado más amplio y atractivo.
Un consorcio de universidades, por ejemplo, puede tener un poder de negociación mucho mayor que una institución individual. Obtendrá mejores condiciones de compra y acceso a soluciones más avanzadas.
Además, la colaboración permite compartir los riesgos de la innovación, algo especialmente importante en un ámbito como la IA. No hay que olvidar que la tecnología evoluciona rápidamente y las inversiones pueden quedar obsoletas en poco tiempo.
Un horizonte prometedor para la inversión
La visión de UNIR es la de un ecosistema educativo en el que la inversión privada no es un actor externo, sino un socio de confianza para el progreso. Un ecosistema en el que la rentabilidad económica va de la mano de la rentabilidad social, y en el que la inteligencia artificial se convierte en el motor de una universidad más competitiva y eficiente.
Un futuro que, para el sector financiero, se presenta como un nuevo y prometedor horizonte de inversión.
La participación de Arrufat en una mesa de debate junto a figuras de altísimo nivel como Eva Alcón (presidenta del Consejo de Rectores de las Universidades Españolas), Cristovam Buarque (exrector de la Universidad de Brasilia y exministro de Educación de Brasil), Enrique Graue (exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México) y Alejandro Gaviria (exrector de la Universidad de Los Andes y exministro de Educación Nacional de Colombia), moderada por Rafael Pujol (presidente de UNIR), subraya la relevancia de este debate y el liderazgo de UNIR en la reflexión sobre el futuro de la educación superior.
Para los inversores y empresarios, el sector de la educación superior se presenta como un nuevo y prometedor horizonte de inversión. La transformación digital impulsada por la IA no es una moda pasajera, sino una tendencia estructural que redefinirá el sector en los próximos años.
Las oportunidades son múltiples: desde el desarrollo de plataformas tecnológicas y soluciones de IA aplicadas a la educación, hasta la prestación de servicios de consultoría, formación y gestión del cambio.
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