El mercado inmobiliario de Andorra, conocido por su estabilidad y atractivo fiscal, ha entrado en una nueva fase de regulación con la implementación de la Ley Ómnibus en 2025. Esta normativa representa un hito crucial que redefine las reglas del juego, especialmente para los inversores extranjeros. La ley, concebida con el objetivo principal de garantizar el acceso a la vivienda para los residentes y contener la especulación, introduce una serie de cambios que han generado un debate considerable en el Principado.

Contexto y objetivos de la ley

La Ley Ómnibus surge como respuesta a un problema acuciante en Andorra: la creciente dificultad de los residentes para acceder a una vivienda a precios asequibles. Durante los últimos años, el país ha experimentado un notable aumento en la demanda de propiedades por parte de no residentes, lo que ha provocado un incremento desmesurado de los precios. El gobierno andorrano, consciente de que esta situación podría comprometer el bienestar social, ha decidido tomar cartas en el asunto mediante esta nueva legislación. El objetivo es claro: frenar la especulación y fomentar un mercado más equilibrado y sostenible, sin por ello ahuyentar por completo el capital extranjero.

Restricciones clave para no residentes

Una de las disposiciones más significativas de la Ley Ómnibus es la limitación en la adquisición de inmuebles por parte de personas no residentes. A partir de 2025, un inversor extranjero tiene un límite para comprar propiedades. En concreto, no podrán adquirir más de dos inmuebles o una única vivienda unifamiliar por persona. Esta medida busca directamente mitigar el acaparamiento de viviendas, a diferencia de los años anteriores donde las inversiones no tenían límites.

Si bien esta restricción podría considerarse un freno, la realidad es que el gobierno ha buscado un equilibrio. Se espera que esta limitación canalice la inversión hacia proyectos de mayor calidad o en la rehabilitación de propiedades existentes, en lugar de la adquisición de múltiples unidades con fines puramente especulativos.

Impacto en la fiscalidad

La Ley Ómnibus no solo introduce restricciones en la cantidad de inmuebles, sino que también redefine el marco fiscal. A partir de ahora, la compra de propiedades por parte de no residentes estará sujeta a un impuesto progresivo, que variará dependiendo del número de inmuebles adquiridos.

El impuesto, que podría oscilar entre un 3% y un 10%, busca disuadir la inversión masiva y premiar a aquellos que adquieran propiedades con un fin más residencial. Por ejemplo, la compra de un primer inmueble podría tener un tipo impositivo más bajo, mientras que la adquisición de un segundo inmueble o de una propiedad de lujo podría estar gravada con un tipo superior. Este cambio fiscal es un claro indicativo de que el gobierno andorrano está priorizando la calidad de la inversión sobre la cantidad, buscando inversores que contribuyan de forma más significativa al desarrollo social y económico del país a largo plazo.

Repercusiones en el mercado

La implementación de esta ley generará, sin duda, un impacto palpable en el mercado inmobiliario de Andorra. Si bien algunos inversores podrían reconsiderar sus planes, es probable que la demanda se mantenga, aunque se modere la especulación. Los expertos predicen que la normativa no disminuirá el atractivo de Andorra como destino de inversión, dada su seguridad, baja fiscalidad general y alta calidad de vida.

Es posible que esta nueva realidad impulse un cambio en el perfil del inversor extranjero, atrayendo a aquellos que buscan una residencia de calidad o una inversión a largo plazo en lugar de una ganancia rápida. El desafío para las agencias y promotoras será adaptarse a este nuevo escenario, ofreciendo productos más alineados con los objetivos de la ley y las expectativas de los nuevos perfiles de compradores. En definitiva, la Ley Ómnibus es un paso audaz que busca un mercado inmobiliario más justo y sostenible para todos, equilibrando el capital extranjero con las necesidades de la población local.